Existen varios tipos de tratamientos de fertilidad y técnicas de reproducción asistida que pueden ayudar a hombres y mujeres estériles a conseguir un embarazo y cumplir su sueño de ser padres.
Los tratamientos más utilizados, y por ello los más conocidos en la sociedad de hoy en día, son la inseminación artificial (IA) y la fecundación in vitro (FIV). Además, estas opciones reproductivas se pueden llevar a cabo utilizando gametos (óvulos y espermatozoides) propios o procedentes de donantes con la finalidad de lograr el deseado embarazo.
Cada una de estas técnicas está indicada para pacientes distintos y problemas de fertilidad diferentes. Por ello, es muy importante conocerlas bien y saber qué tratamiento es el más adecuado para garantizar el éxito.
Elección de la técnica de reproducción asistida
Todas aquellas parejas que no consiguen el embarazo después de un año manteniendo relaciones sexuales sin protección deberían acudir a una clínica de reproducción asistida para empezar a hacerse pruebas de infertilidad.
Este tiempo aconsejado de espera se reduce a los 6 meses cuando la mujer tiene más de 36 años. Tampoco será necesario esperar si existen problemas evidentes de esterilidad.
Una vez obtenidos los resultados de las pruebas de fertilidad, entre los que se incluye el análisis hormonal, la ecografía y el seminograma, el especialista valora qué técnica es la más adecuada para cada caso. Algunos de los aspectos que se tienen en cuenta son los siguientes:
Edad de la mujer.
Reserva ovárica.
Permeabilidad de las trompas de Falopio.
Calidad del semen.
El especialista debe explicar toda esta información a los pacientes y las razones de por qué recomienda una u otra técnica: procedimientos, riesgos, tasas de éxito, etc.
No obstante, los pacientes son los que tienen que aceptar si hacer una IA o una FIV y firmar un consentimiento informado para empezar con el tratamiento.
Diferencias entre IA y FIV
La IA es una técnica más sencilla que la FIV y, por ello, es el tratamiento indicado en primer lugar en muchas ocasiones. Esta opción reproductiva consiste en depositar el semen capacitado, previamente en el laboratorio, en el interior del útero de la mujer. Para ello, la paciente es sometida a una leve estimulación ovárica.
Los espermatozoides nadan hasta las trompas de Falopio (donde estará el óvulo) y la fecundación tiene lugar de forma natural. Para ello, es necesario que la mujer tenga las trompas permeables y el hombre una buena calidad seminal
Por otra parte, la FIV es una técnica más complicada. Después de la estimulación ovárica controlada, se extraen los óvulos de la mujer a través de una intervención quirúrgica conocida como punción folicular.
Los óvulos recuperados son fecundados en el laboratorio con el semen de la pareja o un donante y, a continuación, el embrión o embriones de mejor calidad se transfieren al útero de la mujer para que tenga lugar el embarazo.
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